14-18/XI/19
Me despierta a las 4 de la mañana la cantidad de agua que cae y me vuelvo a dormir hasta poco después de las 6. Me aseo, bajo a la calle y está cayendo la mundial. Consigo recorrer los 20 metros que me separan del bar de abajo y desayuno esperando que pare la lluvia. Voy hasta el coche, que sigue sano y salvo donde lo dejé y, como me sobra tiempo porque he quedado con mi hermano a las 8 y media en Llinás del Vallés, decido parar en un bar porque veo un aparcamiento justo delante. Es en el lateral de la Gran Vía pero más allá de Glorias y Bach de Roda. Me extraña encontrar una cafetería elegante en un barrio donde siempre ha habido eso, bares de barrio.
Me tomo el café y sigo para salir por la ronda del Litoral hasta el nudo de la Trinidad y salir hacia la Meridiana para coger la autovía que lleva a Vich hasta Parets; salgo por ahí a la AP-7, la que está cortada 120 quilómetros más arriba, en El Pertús, paso el peaje a la altura de Granollers y salgo enseguida, en La Roca, para coger una nueva variante que me lleva a Llinás sin pasar por Cardedeu. Ratito en Llinás con mi hermano y prosigo la ruta por carreteras comarcales: hasta Hostalrich, de ahí a Sils y luego a Las Mallorquinas para enlazar con la A-2. Un trocito de autovía hasta Fornells, por debajo de Gerona, donde entro en la autopista A-7 que es gratis hasta la salida de Vilademuls. Sin problemas en la autopista porque los niñatos tarados que la cortan deben andar durmiendo aún. Salgo en Vilademuls a la N-II y, pocos quilómetros más allá, entro en la carretera que me lleva directo a L'Escala.
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Judías estofadas |
Y la rutina normal pero con lluvia y, a ratos, mucha: café en el bar Rosa Lau con lectura de La Vanguardia y el Diari de Girona, cervecita en Els quatre vents..., Allí me meto en internet con el móvil y compruebo que el problema con la tarjeta de crédito del miércoles 13 está solucionado. Y un ratito después, a la 1, a comer a Cal Enric, que tiene un buen menú a 10 euros; y a 15 los fines de semana. Además de llover, hace mucho frío. Por eso he de comer dentro, que en la terraza no se puede aguantar: judías estofadas de primero y conejo a la mostaza de segundo. El café, eso sí, en la terraza con el cigarrito.
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Conejo a la mostaza |
A partir de ahí, una exaltación de la rutina: en el sofá del apartamento a ver el telediario con la unión contra natura de Pedro y Pablo; ratito de siesta consecuencia de ello; otro rato con la novela L'Art du jeu; y, así hasta las 5 y media, que es la hora en que empiezan a acudir al bar los jugadores de dominó.

Voy y gano una partida aunque al día siguiente pierdo hasta cuatro, que la vida es así. Y en el bar con las fichas hasta pasadas las 7 en que voy a ver otros colegas al bar Els quatre Vents, o al Avenida, o al 28 hasta pasadas las 9. Vuelta a casa, me preparo la cena con cuatro cosillas compradas en el Carrefour, tele y a dormir.
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Fideuá |
El viernes, dos buenos platos para comer en Cal Enric: fideuá, que nunca pido en otro lado porque es difícil que aciertes y fácil que salga un churro; y, de segundo,
butifarra amb seques, o sea, con judía blanca.
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Butifarra amb seques |
Sigo leyendo la misma novela de
L'Art du jeu, un conflicto sin mucha sustancia a partir de varios jugadores de béisbol en una universidad americana. Y como encuentro por el apartamento un opúsculo de tipo autobiográfico que me regaló hace lo menos 25 años el cronista oficial de Calatayud, Pedro Montón, voy y me lo leo: lleva de título -ahí es nada-
Experiencias y miserias de un escritor de regadío.
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Gambas a la plancha |
Por lo demás, el fin de semana, con platos un poco más cuidados y esmerados en Cal Enric: el sábado, gambas a la plancha y, luego, entrecot. Y el domingo, surtido de patés de entrada y, de segundo, arroz a la cazuela.
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Entrecot al roquefort |
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Surtido de patés
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Arroz a la cazuela |
Y así transcurre mi estancia en L'Escala, de rutina en rutina, hasta el martes 19 por la mañana.